martes, 12 de febrero de 2013


Época de aumento en las temperaturas y el agua se hace escasa o cara

 

Para mantener un césped creciendo sano y verde es esencial regarlo en períodos de sequía. A fin de obtener óptimos resultados al regarlo, debemos considerar los siguientes factores: la frecuencia de riego, el volumen de agua que va a aplicarse, la hora del día en que vamos a regar y el modo de aplicación en terrenos difíciles.

El exceso de agua en el césped produce aumento de materia verde, incremento de enfermedades, raíces poco profundas, desaprovechamiento de recursos valiosos y grandes facturas de electricidad o cuentas de agua. Cuando se trata de regar es preferible regar de menos que regar de más.

Como regla general podemos afirmar que la frecuencia de riego varía de un lugar a otro y debe determinarse de acuerdo a la apariencia del césped. La necesidad de agua en el pasto, puede identificarse cuando este se torna de un color verde azulado con pérdida de brillo y cuando las pisadas permanecen marcadas en él, ya que la falta de agua hace que a la hoja le cueste recuperar su posición original. Lo ideal sería regar el césped justo en ese momento ya que el deterioro en ese punto es mínimo y, apenas el césped recibe agua, se recupera. Regar el pasto antes de observar estos signos no proporciona beneficio alguno.

Si se llega a un cuadro de sequía severa, la planta deja de crecer y las hojas se tornan marrones y mueren (no significa que la planta haya muerto). Cuando se riega en este punto el césped puede sobrevivir. Necesitaría un periodo de 3 semanas para producir nuevas hojas recuperarse totalmente.

 Un programa fijo de riego no contempla las necesidades del césped y puede caer en el exceso de agua, produciendo el aumento de materia verde y creando un medio propicio para las enfermedades y el musgo. Los propietarios que tienen sistema de riego automático, deben programarlo ajustándose a las necesidades del césped y no dejarlo programado para todo el verano.

 
Si un jardín necesita 25 a 35 milímetros de agua por semana, es preferible aplicar esta cantidad en un solo riego o en dos riegos iguales con 2 ó 3 días de espacio entre sí, que regar en forma liviana todos los días. Recordemos que 1 mm equivale a 1 lt. de agua por metro cuadrado.

Después del riego, la tierra debe estar húmeda hasta 15 centímetros de profundidad. Es recomendable humedecer a fondo toda la zona de las raíces. El riego diario y liviano produce exceso de humedad, estimulando así el desarrollo de malezas.

 La hora ideal para hacerlo es entre las 1:00 y las 6:00 de la mañana. A esta hora el viento no interfiere en el riego y no hay prácticamente evaporación de agua. Regar durante el medio día no es efectivo ya que gran cantidad de agua se evapora por la alta temperatura de la tierra, siendo por consiguiente muy difícil humedecer el duelo adecuadamente. Si bien no se recomienda regar en estas horas, vale aclarar que hacerlo, no provoca la quemadura del pasto como suele decirse.

 Una excepción la constituye un césped recién sembrado debe regarse de 2 a 4 veces por día. La cama de siembra debe estar húmeda de 2.5 a 5 centímetros de profundidad, pero no debe estar saturada.

Otro beneficio que trae esta práctica de riego en siembra de pasto es lograr bajar la temperatura en promedio del suelo, en lo que prácticamente es un almácigo de pasto.

 A medida que las semillas germinan y los brotes comienzan a crecer, es fundamental que las nuevas plantas no se sequen. Continúe regando 2 ó 4 veces por día si las condiciones climáticas son secas. Cuando las plantas llegan a los 2 centímetros de altura debe reducirse la frecuencia de riego gradualmente, y regar en cambio, más profundamente. Una vez que el césped se haya cortado 2 ó 3 veces, lo mejor es regarlo con menos frecuencia, pero en forma más profunda.

 Aunque razones técnicas justifican que lo ideal es no regar en las horas de máxima radiación solar, también es cierto que cuando se trata de la conservación de zonas verdes públicas o privadas de gran extensión, sin una infraestructura de riego por aspersión o semi automatizada, donde el desarrollo de la labor del riego supone una gran carga de trabajo, está justificado el riego a cualquier hora del día, evitando las horas de máxima radiación solar, para optimizar los recursos humanos y, ello sin correr riesgos que puedan ser irreversibles para una pradera.