lunes, 3 de octubre de 2011

DISCURSO REUNIFICACIÓN PRONUNCIADO POR RODOLFO KAUFHOLD EL  3-OCTUBRE-2004 EN EL COLEGIO ALEMAN DE TEMUCO

Difícil es  referirme a la significación histórica de la reunificación alemana,  ya que se remonta a más de doce siglos, no fáciles de resumir, pero lo intentaré. Especialmente para que los alumnos, aquí presentes, tengan una visión global, sencilla y breve del tema.

La historia alemana junto a la europea, ha tenido uniones y divisiones, imperios y repúblicas, guerras internas y externas, y  lo acontecido en los últimos años no es otra cosa que la consecuencia de tantas otras. Siendo su reto histórico la constante lucha por la unidad.

Como lo dijeran los artífices de la reunificación alemana, del 3 de octubre de 1990, ésta no  puede entenderse sino que dentro del marco  de la unidad europea.   Lo cual se da desde la primera unificación,  que ocurrió hace mil doscientos años y a partir de aquella haremos este breve recorrido histórico.   La historia alemana, entonces, está íntimamente ligada con la europea, como si la suerte de la primera a su vez fuera la de la segunda. Por algo un político británico sostuvo “que si Alemania no existiera habría que inventarla”, está en el centro de Europa dividiéndola en oriente y occidente.

Carlomagno, fue el monarca de la primera unificación alemana y unidad europea, su coronación ocurrió en Roma en  la Navidad del año 800.  Aquello  parecía el renacimiento del Imperio Romano, desaparecido en el 476 por las invasiones germánicas.   Desde entonces, las campañas de asalto y saqueo, las guerras tribales y feudales, habían asolado Europa.  Sólo la Iglesia había proporcionado algo parecido al refugio y al  sosiego.  Roma había seguido siendo en cierto modo la capital secreta del mundo occidental. Los germanos vencedores instauraban sus reinos en las antiguas provincias romanas. Pero estos reinos nacían ya cristianos,  lo que les daba sentido de la tradición, sabiduría, y también espíritu romano.

Ahora Carlomagno había logrado unir, en nombre de la cultura cristiana y bajo la corona de los francos, los diversos pueblos  germánicos: francos, alemanes, bávaros y sajones.  Con ello había nacido algo grande, un imperio occidental, unido por la corona y la religión. Haría falta que pasara mas de un milenio para que  se convencieran los europeos de que esa unión no sería posible mediante la violencia, la guerra, la  hegemonía,  sino mediante la unión pacífica.  Fracasaron, gracias a Dios, los intentos de Napoleón o Hitler.  Sólo sobre las ruinas de las dos guerras mundiales creció la posibilidad de reconstruir un nuevo “imperio carolingio”, una  Europa unida en amistad, así como también una Alemania unida, producto de la paz y del consenso mundial.

Mas adelante, en el siglo X, el Sacro Imperio Romano Germánico ( en alemán HEILIGES RÖMISCHES REICH DEUTSCHER NATION)  o Primer Reich, volvió a restablecer la unidad, emergiendo de la parte  oriental del imperio carolingio después de su división, concibiéndose como una especie de monarquía federativa y electiva, la que duró formalmente casi un milenio hasta su disolución en  1806, con  altos y bajos, luchas internas y externas, diversas dinastías e interregnos y los últimos dos siglos mas bien en forma simbólica.

Los emperadores,  desde Carlomagno,  utilizaron  el título de  Imperator Augustus, luego en el Sacro Imperio se acuñó la expresión germana Kaiser,  que significa “caesar” en latín o sea césar.

La Paz de Westfalia de 1648, significó la pérdida del poder del emperador y una mayor autonomía y soberanía de los trescientos cincuenta estados resultantes del viejo imperio. A  partir de ahí, el Sacro Imperio Romano pasó a ser sólo una confederación de Estados,  con muchas divisiones y luchas internas  entre ellos, ya sean religiosas, políticas o hegemónicas. En el siglo XVIII el imperio se vio sacudido por las guerras de Sucesión Austriaca y de los Siete Años, lo que puso en evidencia la crisis imperial, llegando a su fin en 1806, como consecuencia de las guerras Napoleónicas. Lo que en definitiva llevó a la renuncia de Francisco II a la corona imperial alemana, para  erigirse luego como  el emperador Francisco I de Austria, y a la creación de la Confederación del Rhin, bajo la Casa de Habsburgo.

Posterior a la derrota de Napoleón, por el Congreso de Viena de 1815 liderado por el Príncipe de Metternich, se vuelve a la búsqueda de la unidad mediante la Confederación Germánica, la que no tendría una larga duración, derivada de las disputas entre Austria y Prusia, mientras la primera quería una Alemania mas cosmopolita  que incluyera todos sus dominios, la segunda pretendía una  Alemania integrada exclusivamente por territorios y nacionales alemanes. Después de la victoria sobre Francia, en Versalles el 18 de enero de 1871, se proclama el Imperio Alemán, con la exclusión de Austria, este es el llamado Segundo Reich, bajo la corona prusiana y siendo su gestor el canciller Otto von Bismarck. Esta unificación alemana, desentendida del resto de Europa, no tuvo una larga duración, cuarenta y ocho años después desaparecería como consecuencia de la primera guerra mundial. Alemania no sólo sufrió la derrota, perdió la monarquía, extensos territorios y quedó dividida.

De los escombros y con las limitaciones impuestas por los vencedores, se estableció la República de Weimar, la que no tuvo suerte, los problemas políticos, sociales y económicos no la dejaron subsistir y bajo la misma surgió un caudillo, Hitler, que dominando el teatro  político, instauró el tan triste y doloroso Tercer Reich, entre los años 1933 y 1945, proponiéndose la reunificación, un desenfrenado nacionalismo y la hegemonía sobre Europa. Sus aberrantes prácticas desencadenaron la Segunda Guerra Mundial y la posterior derrota de Alemania en 1945.

Como consecuencia, Alemania perdió nuevamente parte de su territorio y fue dividida en dos estados independientes, la República Federal de Alemania, bajo la tutela y esquema liberal de las potencias   occidentales, y la República Democrática Alemana, bajo el sistema marxista de la Unión Soviética.

La República Federal de Alemania entendió  que debía buscar la unión en paz, derribando las fronteras de la adversidad y junto con ello la unidad europea, como en la Edad Media. Todo lo cual se fue beneficiando a medida que el bloque soviético se desintegraba por su propio peso y sin lucha armada, gracias a la influencia de la Iglesia.

En septiembre de 1989, al conmemorarse los 50 años del inicio de la segunda guerra mundial, se hacían encuestas en Alemania, sobre si era posible una reunificación y éstas concluían que a esas alturas ya no era factible. Pero en Octubre del mismo año caía el gobierno de Honecker de la República Democrática Alemana, en noviembre se habrían las barreras del muro que separaba a los berlineses y en diciembre se demolía aquel, todo en paz y alegría. La unidad del pueblo alemán nuevamente sería una realidad.

El presidente federal de aquel entonces, Richard von Weizsäcker declaró el 13 de Diciembre de  1989:  “Mi opinión es que somos una nación y lo que está unido, debe crecer unido”.

Luego Helmut Kohl, el canciller federal artífice de la unión,  el 21 de Diciembre de ese año expresaba: “Todos sabemos que nos encontramos en el comienzo de un camino largo y difícil.  Sabemos que debemos emprender las tareas que tenemos  delante con prudencia, paciencia y mesura.  Sabemos que las soluciones deben ser buscadas y encontradas teniendo siempre en cuenta a nuestros vecinos de Europa y con confianza mutua”.

En el acto de celebración de la Unidad Alemana, el presidente  manifestó: “Unirse significa aprender a compartir......Ninguna teoría, por muy sensata que sea, ningún cálculo, por muy perfeccionado que sea, puede reemplazar la profunda experiencia vivida por hombres de todas las culturas y religiones, consistente en ver que no se siente verdadero afecto por otra persona hasta que no se comparte algo con ella.  No estaremos realmente unidos hasta que no estemos dispuestos a ofrecer ese afecto.”

Y, como decíamos al principio, esta reunificación alemana terminó siendo parte de la unidad de Europa, tal como lo soñaron los viejos emperadores a partir de Carlomagno.

No en vano, el Himno Alemán, que hace algún rato entonamos, empieza con la expresión “Einigkeit”, unidad.

Para terminar, demostrando la unidad entre Alemania y Europa, tenemos que el himno de la Unión Europea es la Oda a la Alegría, con letra de Schiller y música de Beethoven,  es un himno alemán.-


Gracias.
                                                       R. KAUFHOLD